Un gran esfuerzo, mucho conocimiento adquirido, formación, inversión, decoración, materias primas de gran calidad, un buen chef... Tengo mi restaurante listo.

Efectivamente, lo tienes listo y nadie lo sabe, al menos al principio. Pero el marketing te ayudará a darte a conocer. Y cuentas también con el boca a boca. Este proceso que has elegido es más lento, termina funcionando proporcionándote entre el 50% y el 60% de tus clientes. Ahora tienes que afianzarlos. La complejidad entre precio y calidad, rompe muchas cabezas. Pero tú ofreces calidad, no quieres ser una casa de comidas de los 80, así que adelante. Cobra por tu trabajo, por lo que ofreces y a quien no le guste, que se busque otro sitio. Para mi es perfecto.

Vas creciendo, poco, pero no vas por mal camino. Quizá algún día de estancamiento, pero puntual, crees. Habrá días mejores. 

Otros días puede que haya menos reservas, pero bueno. Se trata de las mesetas propias de cualquier actividad, se llevan algo mal, pero al final se terminan. 

Resulta que alguien te dice que te des a conocer en Redes Sociales, que te sitúes en Google, que modernices tu web, si es que la tienes.

Y aquí viene el ladrillazo sobre el propio tejado:

 ¡utilizas imágenes de los propios clientes que hacen con sus móviles!

Donde queda aquel entusiasmo inicial, tu saber hacer, tu deseo de diferenciarte (si no eres diferente, eres indiferente, tatúate esto en el brazo).

Y ahora el turismo, ese 40% de clientes a repartir entre la feroz competencia, busca en Google o en Redes Sociales donde comer. Y ahí apareces tú, tu plato estrella fotografiado por un cliente, con migas por todos sitios, sin iluminación ni proceso alguno que destaque la comida y el ambiente donde come. Estás utilizando una imagen pésima como escaparate que, ni por asomo, le hace justicia a tu trabajo.

Pero estás online, vamos. Te conformas. Y lo haces porque vives en el mundo antiguo, y desconoces las herramientas correctas que exige el mercado hoy en día.

Y no solo tú. Restaurantes de prestigio publican imágenes que echan por tierra el plato tan complejo de elaborar. El mundo antiguo.

De toda la inversión que has hecho, que ha sido enorme, resulta que la parte más barata, la imagen profesional, la excluyes de tu presupuesto simplemente porque no entiendes donde estamos, en que presente de los múltiples que existen.

La pequeña inversión en transmitir con fidelidad tus puntos fuertes con una calidad impresionante, sin duda te permitirá jugar en primera liga y los clientes que no tienes, verán esas imágenes en tu web, en tus Redes Sociales, y el flujo de visitas online, se va a traducir en visitas reales en tu restaurante.

Ponle remedio. Llámanos y déjanos ayudarte a preparar una comunicación visual disruptiva para que termines llevándote el gato al agua. 

Vamos a jugar en primera, lo haremos juntos.